Si usted señor hetero alguna vez se cruzó con otro man quien lo reparó de arriba a abajo y creyó escuchar que pronunciaba algo como "¡Pin!" ha sido víctima de mi manía de querer convertir a la gente. No tiene de que preocuparse a menos que se haga realidad y en ese caso usted podría cambiar radicalmente su preferencia sexual.
Siempre he encontrado muy divertido viajar a mis mundos imaginarios y lo hago mucho en los ratos de ocio. Todo empezó un diciembre trabajando de vendedor en el centro de la ciudad por donde pasan muchas personas y más en esa época. Yo estaba mucho más joven y las hormonas siempre han hecho bien su trabajo y digamos que quería ‘comerme el mundo.’
Pasaba todo el día de pie y cuando no estaba ocupado me podía dedicar a ver pasar gente, en especial manes buenos. Ahí fue cuando se me ocurrió pensar en lo maravilloso que sería tener el poder de que cualquier man se ‘tragara’ (enamorara) de mi. Pensando en las técnicas de hacerlo, por alguna razón pensé en un sonido asociado con magia, un “¡Pin!”, de esa forma, con sólo mirar el man, concentrarme y pronunciar la palabra mágica el hombre se tragaría de mí. A quien le hiciera “¡Pin!” de alguna forma terminaría llegando al parque de Envigado en donde yo regularmente permanecía un tiempo los fines de semana y no descansaría hasta que yo le diera lo que buscaba.
Ese fue el primer pensamiento pero tenía sus inconvenientes como el hecho de que a ese momento yo ya no quisiera o que me hubiera “descachado” (metido la pata) y necesitara deshacer lo hecho. Así pues de acuerdo a las situaciones fueron surgiendo nuevas palabras y hasta con reglas. Si veía un tipo bueno en la calle y quería ‘echármelo’ necesitaba dos palabras “¡Pin!” para volverlo gay y “¡Pon!” para que se tragara de mi. Para deshacer lo que hubiera hecho “¡Pun!” y todo seguiría normal. Y de acuerdo a nuevas necesidades, ahora también quería uno para volver hetero a quien quisiera, fuera por deshacer un “¡Pin!” o por otras motivaciones.
Dicen que el poder corrompe o al menos atrae lo corruptible pero en mi imaginación las posibilidades de mejorar el mundo a mi manera eran enormes. Así pues considere un buen deporte andar a la cacería de tipos buenos, bonitos y de buena posición para volverlos gay con un “¡Pin!” al tiempo que le hacía un favor a mi mejorado club gay convirtiendo en heteros con un “¡Pan!” a todas esas loquitas que me desagradaban. Hasta pensé que pudiera dedicarme a volver heteros a todos gay los mayores de 45 años. También de forma vengativa considere en volver gay a todos esos homofóbicos odiosos para que vean lo bueno que se siente ser tratado como ellos nos tratan. Pero también me puse límites y por ejemplo, por más que quisiera, no responderían a mis palabras mágicas aquellos manes que tuvieran hijos o los que quería convertir estando en misa… ya sería otro cuento cuando salieran.
Así se convirtió en mi diversión privada andar por el mundo cambiando las preferencias sexuales de los manes con los que me cruzo, pero al ser palabras que tienen que ser pronunciadas, a veces será gracioso verme en el metro pronunciando en voz baja un “¡Pin!” o un “¡Pan!” mientras miro un tipo que me llama la atención o una loquita desagradable.
Alguna vez considere aquello de qué pasaría si los deseos se hicieran realidad y en ese caso señores, el mercado de tipos buenos y buenos partidos a nivel local sería muy interesante, el nivel de loquitas se reduciría considerablemente y en el parque de Envigado no cabría otro man bueno tragado de mi y yo estaría tan cansado de tantos tipos que puede que hasta ni me dieran ganas ya. Otra consideración que he tenido pensando en el futuro es que si no dejo tipos buenos hetero estoy sacrificando los genes necesarios para una nueva generación de buenos.
Por si les surge la duda, no, yo mismo no me puedo convertir en hetero y no, no puedo revelar a nadie mis poderes o montar un negocio con esa habilidad. Pero qué más quieren, con este poder pudiera conseguirme a un buen tipo millonario con un “¡Pin!”, “¡Pon!” y ser un mantenido hasta que me canse.
Bueno, ahí les dejo pues otro pedazo de mí. Reconozco que el rayón en mi disco duro es bastante profundo pero adoro mi imaginación.
Siempre he encontrado muy divertido viajar a mis mundos imaginarios y lo hago mucho en los ratos de ocio. Todo empezó un diciembre trabajando de vendedor en el centro de la ciudad por donde pasan muchas personas y más en esa época. Yo estaba mucho más joven y las hormonas siempre han hecho bien su trabajo y digamos que quería ‘comerme el mundo.’
Pasaba todo el día de pie y cuando no estaba ocupado me podía dedicar a ver pasar gente, en especial manes buenos. Ahí fue cuando se me ocurrió pensar en lo maravilloso que sería tener el poder de que cualquier man se ‘tragara’ (enamorara) de mi. Pensando en las técnicas de hacerlo, por alguna razón pensé en un sonido asociado con magia, un “¡Pin!”, de esa forma, con sólo mirar el man, concentrarme y pronunciar la palabra mágica el hombre se tragaría de mí. A quien le hiciera “¡Pin!” de alguna forma terminaría llegando al parque de Envigado en donde yo regularmente permanecía un tiempo los fines de semana y no descansaría hasta que yo le diera lo que buscaba.
Ese fue el primer pensamiento pero tenía sus inconvenientes como el hecho de que a ese momento yo ya no quisiera o que me hubiera “descachado” (metido la pata) y necesitara deshacer lo hecho. Así pues de acuerdo a las situaciones fueron surgiendo nuevas palabras y hasta con reglas. Si veía un tipo bueno en la calle y quería ‘echármelo’ necesitaba dos palabras “¡Pin!” para volverlo gay y “¡Pon!” para que se tragara de mi. Para deshacer lo que hubiera hecho “¡Pun!” y todo seguiría normal. Y de acuerdo a nuevas necesidades, ahora también quería uno para volver hetero a quien quisiera, fuera por deshacer un “¡Pin!” o por otras motivaciones.
Dicen que el poder corrompe o al menos atrae lo corruptible pero en mi imaginación las posibilidades de mejorar el mundo a mi manera eran enormes. Así pues considere un buen deporte andar a la cacería de tipos buenos, bonitos y de buena posición para volverlos gay con un “¡Pin!” al tiempo que le hacía un favor a mi mejorado club gay convirtiendo en heteros con un “¡Pan!” a todas esas loquitas que me desagradaban. Hasta pensé que pudiera dedicarme a volver heteros a todos gay los mayores de 45 años. También de forma vengativa considere en volver gay a todos esos homofóbicos odiosos para que vean lo bueno que se siente ser tratado como ellos nos tratan. Pero también me puse límites y por ejemplo, por más que quisiera, no responderían a mis palabras mágicas aquellos manes que tuvieran hijos o los que quería convertir estando en misa… ya sería otro cuento cuando salieran.
Así se convirtió en mi diversión privada andar por el mundo cambiando las preferencias sexuales de los manes con los que me cruzo, pero al ser palabras que tienen que ser pronunciadas, a veces será gracioso verme en el metro pronunciando en voz baja un “¡Pin!” o un “¡Pan!” mientras miro un tipo que me llama la atención o una loquita desagradable.
Alguna vez considere aquello de qué pasaría si los deseos se hicieran realidad y en ese caso señores, el mercado de tipos buenos y buenos partidos a nivel local sería muy interesante, el nivel de loquitas se reduciría considerablemente y en el parque de Envigado no cabría otro man bueno tragado de mi y yo estaría tan cansado de tantos tipos que puede que hasta ni me dieran ganas ya. Otra consideración que he tenido pensando en el futuro es que si no dejo tipos buenos hetero estoy sacrificando los genes necesarios para una nueva generación de buenos.
Por si les surge la duda, no, yo mismo no me puedo convertir en hetero y no, no puedo revelar a nadie mis poderes o montar un negocio con esa habilidad. Pero qué más quieren, con este poder pudiera conseguirme a un buen tipo millonario con un “¡Pin!”, “¡Pon!” y ser un mantenido hasta que me canse.
Bueno, ahí les dejo pues otro pedazo de mí. Reconozco que el rayón en mi disco duro es bastante profundo pero adoro mi imaginación.
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Gracias
Muchas gracias a aquellas personas que respondieron a la encuesta y que me dejaron comentarios. De verdad valoro mucho su sabiduría y experiencia y estoy de acuerdo con el resultado, el cual fue "Cortar todo contacto". El tipo, no pienso que me convenga y es mejor cortar todo contacto y de ser muy necesario manejar una lejana cordialidad. Ahora creo que tomada esta decisión y borrados los respectivos teléfonos el tipo pudiera ser que reaccione y como dicen por ahí: "me busque el lado", en cuyo caso, espero entender como un intento de recuperar la atención perdida y, si estoy de ocioso, pudiera aprovechar para llevar a cabo la recomendación de Milo.