martes, octubre 05, 2010

Rapidito: Huérfanos

Hace no mucho, pensando en mi círculo de amigos homosexuales, llegué a la conclusión que casi todos de una u otra forma somos huérfanos de padre y entre más me conozco y conozco de estas personas me doy cuenta que hay una especie de patrón, una vivencia común que no deja de causarme curiosidad.

Empecemos por mí, Andrés. Mi padre se ausentaba frecuentemente de la casa por motivos de trabajo y en las noches casi siempre estaba involucrado en actividades extras. Murió cuando yo tenía siete años lo que oficialmente me permite llevar el titulo de huérfano de padre hasta el día de hoy, a diferencia de los otros casos en los cuales sus padres aún respiran.

En el caso de David su padre también estaba ausente en su casa por motivos de trabajo. Tenía que trabajar mucho. Tanto como para sostener a dos familias pues mantenía una relación con otra mujer y tenía otros hijos. Finalmente vino una crisis económica, perdieron casi todo, se descubrió el engaño y desde ese momento, para David, la imagen de su padre cambió.

Alex vivía en el campo. Su padre era un próspero hacendado y no le faltaba nada. Mientras crecía veía como su padre golpeaba y abusaba de su mamá y también sabía que no era suficientemente grande como para defenderla. Después llegó la violencia y les quitó todo y aunque su padre aun vive, no hace parte de la vida de Alex.

Desde pequeño Juan vio que ni él ni sus hermanos estaban en la parte más alta de la lista de afectos de su padre para quien, toda su vida, su mayor preocupación ha sido su finca y todo lo demás en torno a ella, las vacas, el abono, los químicos. Su padre ayudo a engendrar cuatro hijos pero en esa casa fue su madre, sola, la que crió a los cinco niños. Juan no ha podido ver el padre que siempre quiso.

Y si sigo pensando en los amigos o conocidos homosexuales sigo encontrando esta coincidencia. Como todo en la vida, no se puede generalizar. Por ejemplo tengo un primo que terminó siendo lo que mi mamá llamaría 'normal.' Está casado y es padre de dos hijos a pesar de que tuvo una infancia dura que incluye trabajar sin estudiar, que su padre lo abusaba y que finalmente los abandonara.

Me quedan dudas con esta coincidencia entre la orfandad de padre y la homosexualidad y sé que no puedo responderlas por el simple hecho de que me faltaron más o menos cinco años de sicología y otros tantos de especialización pero si puedo plantear preguntas como: ¿Será que somos homosexuales porque no pudimos asumir una imagen masculina positiva? o ¿Asumimos la imagen femenina en solidaridad con la madre? o ¿Seguimos buscando el afecto de un hombre que no encontramos en nuestro padre?

Me gustaría bastante oír sus opiniones o si tienen la respuesta, mucho mejor.

Se cuidan


Andrés.
-end-

sábado, julio 17, 2010

Que alguien me lo saque

Andrés: Que alguien te saque qué?
Hugo: Francisco
Andrés: Pero es que nadie te lo metió
Andrés: tu te lo metiste solito
Andrés: y tu solito vas a tener que sacártelo
Andrés: Es como cuando uno se mete una botella?
Hugo: ^o) qué? cuál botella? yo no me he metido nada

Y todo fue porque esta mañana desayunando con los Juanes terminamos hablando de unos vídeos que habíamos visto en los cuales a alguien le da por meterse una botella recto arriba con horribles consecuencias y aunque la comparación más que odiosa puede ser asquerosa me puse a pensar si el hecho de que uno se meta a una persona en la cabeza y en el corazón no se asemeja en algo a meterse una botella. No lo he hecho pero mi imaginación me da para pensar que la experiencia completa no dista mucho.

El sujeto. Hay ganas, deseo, necesidad o alguna fuerte sensación que se quiere calmar. El sujeto tiene la disposición, la idea que ronda en su cabeza no sobre lo que quiere si no el cómo lo va a obtener.

El objeto. Puede ser que las simples casualidades de la vida hicieron que una botella vacía de gaseosa estuviera en ese momento en la habitación del sujeto. Ela ahí, inmóvil, estática y totalmente ignorante... pues claro, si es una botella. La botella no decide sobre lo que es ni sobre lo que será en algunos momentos.

La respuesta. El sujeto puede buscar en su entorno, piensa, desea y ahora sólo busca la satisfacción. Le búsqueda termina cuando ve la botella. La mira y se pregunta si pudiera ser lo que necesita. La toma y la analiza preguntándose si pudiera cumplir sus demandas. La palpa, la siente y encuentra que es dura y estriada. La respuesta.

La preparación. El sujeto sabe que hay que prepararse y se provee de lo necesario para facilitarle a la botella su objetivo. Ha de estar lubricada, ha de ser dirigida al interior cual explorador de nuevos mundos. Eso pensaría la botella, si pensara. Tan sólo falta posicionarse y acercar el extremo superior de uno al extremo inferior del otro.

El acto. Contacto con la superficie externa. Presión de empuje constante. Velocidad lenta. Inicia proceso de entrada. Avance 0.5 cm. Condiciones favorables. Se experimenta resistencia. Se detiene avance. Espera. Nuevamente se inicia el proceso. Se alcanza mayor profundidad. Mayor empuje. Nivel de avance 60%. Inicia proceso de lenta fricción contra las superficies presentes. Aumenta velocidad del movimiento. Se inicia secuencia de retroceso. Para. Avance. Para. Retroceso. Para. Avance. Secuencia de movimientos combinados a máxima intensidad. Se siente un gran espasmo. Choque contra la superficie. Pérdida de aire. Creación de vacío. Objeto acoplado permanentemente en superficie. ¡Houston, lo hemos logrado!

El problema. El sujeto ha satisfecho su deseo y el paso a seguir es deshacerse de las evidencias de lo que pasó empezando por lo más fluido y siguiendo con lo más rígido. De lo primero se deshace en la ropa sucia y lo segundo sabe que tiene que hacerlo despacio. Toma con firmeza la botella y de forma firme y lenta hala en la dirección opuesta a la que le dictó su deseo. Es comprensible, ya cumplió su objetivo y no hay razón para dejarla en donde está. Además la vida debe seguir y hay otras cosas de que ocuparse y sería difícil con la botella ubicada en donde está. Hala. Pausa ¿Hay resistencia? Hala una vez más, ahora con más fuerza. La botella no avanza. Hala más fuerte. Houston, experimentamos fuerzas de empuje hacia el exterior. No hay problema, el acople a la superficie se mantiene firme. Dolor. El sujeto se da cuenta que tiene un gran problema.

La negación. "No puede ser, esto no me puede estar pasando."

La rabia. "Salí, dale, a ver, maldita botella." Dolor

La fe. "Señor, que salga. Si sale te prometo que doy un mercado a los pobres."

La presión. "No, ya van a llegar mis papás ¿Qué hora es?"

El autoflagelo. "Por gracioso, quién me mandó, nadie. Es que sólo a mí se me ocurren estas cosas"

La desesperación. "qué voy a hacer, qué voy a hacer, qué voy a a haceeeer?"

La calma. "Cálmate, respira, piensa Que-voy-a-hacer? ...qué voy a hacer, qué voy a haceeeer?"

Las opciones. Y es justo en esta parte Hugo que yo digo que estás tú. Esa botella ya está adentro y preguntas por alguien que te la saque. Bueno, vamos a pensar en las alternativas.

Alternativa 1: La paciencia. Consiste en esperar pacientemente a que por algún tipo de movimiento involuntario y fortuito el vacío que mantiene la botella bien fijada a tu interior se llene de aire y la botella simplemente busque la salida. Probablemente va a tomar su tiempo y esperemos que la capacidad de tu cuerpo para adaptarse a los cambios no sea tal que se acostumbre a su nueva extensión. El cuerpo es así, luchará por sacar lo que no le pertenece pero al ver que no puede deshacerse del objeto extraño buscara como acogerlo, rodearlo y atraparlo así sea en su interior. Guacala! no me imagino la botella finalmente recubierta de piel y pendiendo permanentemente del recto.

Alternativa 2: La autosuficiencia. Puedes llegar a pensar que la solución está en tus manos y que tú debes solucionarlo por ti mismo. Es en ese momento en que piensas que la solución está en quebrar la botella. Puede ser un error que pagues literalmente con sangre así que te aconsejo que no lo intentes. Tal vez si le perforas una entrada de aire. Una sierra. No, no, no. Es vidrio.

Alternativa 3: Un profesional. Lleva muchos pasos, desde el desplazamiento hasta el profesional, hasta explicarle - si llegara a ser necesario- cómo terminaste con una botella... ahí. La vergüenza. Pero hay esperanza. Se necesita avisar a un familiar. No, más vergüenza. El fin de una vida normal. La cirugía. La cicatriz y la experiencia que vas a tratar de olvidar pero será recordada por parte de los primos en las reuniones familiares, en las rumbas si es que alguna loca chismosa se enteró o cada vez que el cuerpo te pida usar sus vías de evacuación.

Hugo, no sé si en algo ayude todo este asunto de la botella. Si te pone a pensar sobre lo que vas a hacer pero creo que ya la botella está ahí y hay que sacarla. Sólo que sabes que no va a ser tan fácil si está bien adherida y sabes que puede ser una experiencia dolorosa.

De verdad espero que esto te sirva si no para pensar en cómo sacarte a Francisco al menos para que no se te ocurra nunca en la vida meterte una botella.

Un abrazo,

domingo, enero 10, 2010

¿Para qué una relación?

Estos días estoy tratando de encontrar respuesta a una pregunta que parece fácil de responder pero que al menos en mi caso no sólo ha sido difícil si no que buscando una respuesta he llegado al punto de cuestionar incluso mi relación actual.

La pregunta es sencilla: ¿Para qué una relación? Que es más o menos preguntar para qué ponerse en el trabajo de conseguir y convivir con una pareja. Las respuestas pueden ser muchas pero las que se me han ocurrido no parecen ser suficientes. Estas son algunas de ellas:

Soledad: Considerando que muchas personas temen a estar solas, pudiéramos considerar que buscan una pareja simplemente para sentir que hay alguien cerca. Algo como conseguirse un perro para que haya quien ’mueva la cola’ cuando llegue a la casa.

Vacios: Este tema puede tener mucho de hondo y de ancho pero igual podemos suponer que muchas personas buscan una pareja para que sea ésta la que le llene los vacíos afectivos y emocionales. En muchos casos terminan creando y manteniendo una dependencia con la pareja y hasta asumiendo el rol de hijo o de papá.

Sexo: Esta respuesta me la dio un amigo con una frase: “Es para no tener que estar rebuscándose todos los días, porque se sabe que hay comida en la casa.” En ese caso diríamos que se tendría una relación para poder tener sexo sin condón y/o poder poner en práctica esas pequeñas perversiones que no se pueden cumplir en los videos, saunas, cabinas o demás.

Interés: Como de todo se ve en la viña del señor, no se pueden dejar a un lado los casos en los cuales la relación no es más que el vehículo para la satisfacción de las necesidades y deseos propios a través de los recursos de la pareja.

Ocio: Si, simple ocio. Tener una pareja por el simple hecho de no tener algo mejor que hacer o porque lo estaba matando el aburrimiento el fin de semana.

Drama: Hay personas que sencillamente no les gusta vivir una vida ‘plana’ sin problemas, sin celos, sin reclamos, sin espectáculos.

Compartir: Esta es una razón que suena bien. Buscar una relación para tener a alguien con quien compartir, alguien a quien dar. Pero ¿acaso no se comparte con los amigos y la familia? ¿Una invitación a cine, a comer a pasear no es algo que se puede hacer prácticamente con cualquier persona? En este caso no estamos hablando de que la persona con quien se comparte lo merezca o no, solo que exista alguien que reciba lo que queremos dar.

Crecer: Esta respuesta también es agradable a nuestros oídos. Se busca a una pareja para aprender del otro. Para poder sentir que a través de la convivencia con el otro cada día se hacen mejores personas y que si en algún momento se separan van a salir mejor de lo que entraron. Esta respuesta es muy ‘de reina’ y probablemente muy ideal. No será acaso que buscar crecer con el otro es dejar ver que no se es capaz de crecer por sí solo.

Viendo las diferentes opciones se pudiera concluir que cada una por sí sola no tiene el peso suficiente como para decir que justifican la energía y recursos necesariamente invertidos en una relación. Esto nos deja dos opciones, o que es una mezcla de todo en diferentes proporciones o sencillamente una respuesta final, que no hay un ‘para qué.’ Que las personas no piensan para qué se van a meter en una relación o buscar pareja. Simplemente es algo ‘que pasa.’ Esto dejaría ver que las relaciones, en especial a largo plazo, no son un proyecto de vida de los homosexuales lo que a su vez es una conclusión lógica. Es precisamente el camino marcado para el heterosexual promedio que no se hace estas preguntas porque la respuesta ya está dada, ya sabe que su vida se define como el ciclo de buscar una pareja, casarse, tener hijos y dejar que se vayan para envejecer acompañado.

Entonces les dejo a ustedes la pregunta: ¿Para qué una relación? Para no estar solos, llenar vacios, sexo seguro, interés, ocio, falta de drama, compartir, crecer o sencillamente el homosexual promedio no se hace esa pregunta.

Posdata 1: Me atrevo a suponer que el homosexual promedio no se interesa en mantener relaciones a largo plazo porque no necesita estar con alguien hasta terminar de criar los hijos, como en una relación heterosexual. El homosexual promedio empieza a hacerse estos cuestionamientos sobre una relación que perdure en el tiempo muchas veces cuando ya no hay tiempo, cuando ya está viejo y no tiene a alguien con quien haya construido una relación duradera y sólida. Cuando no quedan más caminos que hacer lo necesario para parecer joven y mantener a alguien a su lado por todos los medios.

Posdata 2: Estoy seguro que ustedes no son ‘promedio.’