viernes, abril 10, 2009

Narcisos el viernes santo

- Ya se a qué hueles, a flores, a tus narcisos – dijo antes de seguir arriesgándose a terminar con su lengua pegada a partes de mi cuerpo que se supone no deberían ser usadas en este día santo. A flores. Pienso que es un bonito comentario más viniendo de alguien que a estas alturas me ha dicho más de tres veces que no habla mucho con la gente porque no le gusta como huelen. A narcisos. Así se llaman las flores que llevé al ritual esotérico en el que estuve todo el día y en donde probablemente me impregné de este olor y lugar de donde salí con la curiosa idea de comprobar si un viernes santo estaban abiertas las cabinas y conocer al dueño del colchón sobre el cual yazgo.

- Esas flores son narcisos – había dicho también desde atrás mientras yo estaba de pie en las cabinas. Lo dijo al ver las flores sobre la pantalla del computador en la cual se veía mi contacto del Messenger desnudo y masturbándose en un lado de la pantalla y mi propia mi verga en el otro. Me invitó a su casa, que era cerca, y le dije que no con la boca y si con los ojos, él leyó mis ojos. Ya había decidido cambiar la virtualidad por algo más real y dejé al otro tipo en medio de una paja. Fui al baño y tuve tiempo de cambiar mi decisión hasta que él entró. Ahora no íbamos a su casa si no a tomar algo. Y salimos rumbo al parque Bolívar.

Entramos a un bar en una esquina, un lugar de viejos y borrachos con ventanas grandes para ver a la gente que pasa, como una gran pecera, mientras suena salsa vieja y boleros. Me dijo, sin yo preguntarle, que era alguien con problemas y que así le gustaba ser. Fue el inicio de un largo monologo apoyado por mis cómos, dóndes y por qués. Me enteré que tiene algo parecido a un noviazgo hace más de un año pero que están peleados, que mañana cumple años, que su papá era un mujeriego, que la primera vez que fue a ese bar tenía cinco años, que toma desde los 16, que trabaja mucho y que tiene problemas con las drogas. Todo eso con breves interrupciones para criticar la ropa y la gente que pasaba en frente o para pedir otro ron que acompañara su cerveza. A esas alturas ya tenía suficiente información como para salir corriendo pero pudo ser el sentido de aventura, las ganas, simple estupidez o la curiosidad por ver si me quedaba pegado un viernes santo pero lo acompañe a su apartamento en un quinto piso con cielo raso de madera.

Sospechaba lo que podría esperar pero tuve un breve momento de pánico cuando, teniéndome ya en boxers, se paró a buscar las llaves del apartamento y se dirigió al baño. Los seguí para ver qué hacía con las llaves y vi como las usaba para medir el polvo blanco que aspiraba por la nariz. Comprobé entonces que no me había mentido en la parte de las drogas. Puso a sonar muy buena música y volvió su atención a mi. Yo decidí simplemente disfrutar de aquel tipo que desde el principio me gustó por sus cejas oscuras y masculinas, sus labios carnosos, su piel levemente morena, su sobra de barba y ese aire de niño con problemas... que ahora era más que aire.

Me contó que estudia arquitectura, que adora a su mamá que se cree feo y lleva mucho tiempo yendo donde el sicólogo y no ha podido superarlo, que lo animan a vivir sus sobrinas, que tiene tendencias suicidas, miles de deudas que no piensa pagar y que el baño tiene una fuga de agua porque lo dañó su mejor amiga, Natalia, fornicando con un tipo esta semana. - Soy como tus flores, narciso, aunque me considero muy feo me encanta mirarme al espejo – dijo antes de pararse al baño a aspirar cocaína de nuevo.

Me quiero ir. Ahora me debato entre algo que va llegando a lástima y mi lujuria. Mientras estoy acostado disfrutando el tocarlo de arriba a abajo le digo lo mucho que me gusta su cara, su cuerpo, su apartamento con una hamaca en la sala, la vista de las montañas, la decoración egipcia, las plantas y hasta los huevos con jamón y arepa con queso que nos comimos con sobremesa de café con leche en copas de vino tinto. Siento nuevamente la tristeza que sentí cuando, luego de comer, él prendió un cigarrillo de marihuana y buscando como conectar una de las lámparas de la sala terminó tumbando una de las copas vacías al suelo. Yo recogí los vidrios pensando las razones para que alguien aparentemente buena persona, lindo e inteligente sea un adicto a las drogas.

Le digo que me voy en media hora y me repite, como ha hecho numerosas veces, que no me vaya, que amanezca con él, que me vaya pero luego regrese. Todo va hasta el punto de que cuando le recuerdo que me faltan cinco minutos para irme me pide que me venga en su boca mientras me da una mamada magistral.

Me acompaña a la puerta exponiéndome su idea de tener un amante y en el último momento, antes de abrir la puerta del edificio, me empuja a un lado, me saca la verga y me da una ultima mamada.

Ay, si mi mamá se enterara de que el viernes santo fui a un grupo esotérico y comí una presa de pollo al almuerzo...


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Les cuento que pase muy bueno el fin de semana pasado en Bogotá cuando estuve con Milo Gasa en una reunión en la cual pude conocer al Joker, Jako, Dark Angel, Gustavo Puntila y hasta a unos fieles lectores de nuestros blogs. Ahora me siento contento de poder ponerle cara y sonrisa propia a los post de tan respetados bloggers. Saludos achocolatados.