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Voy a misa a una iglesia católica. Desde niño fui criado con la costumbre de ir a misa los domingos y a pensar en la versión de Dios cristiano cuya concepción ha cambiado mucho durante toda mi vida desde el ser aterrador que me castiga por mis pecados hasta una energía difundida en la naturaleza. Vuelvo y repito, voy a misa a una iglesia, y lo digo porque sólo allá voy, sólo allá me siento 'tocado' y allá, en esa iglesia y yendo a misa fue en dónde terminé conociendo a las personas que me permitieron explorar esto de ser gay.
Por la época en que empecé a ir a misa con estas personas (finalmente, no amigos) estaba en plena etapa de aceptación y reconocimiento y con conflictos frente a mi relación con Dios. Tantos años de escuchar como somos pecadores sin oportunidad de no serlo, porque es desde que nacemos por aquello del pecado original, terminaron llevándome al estado en el cual sentía que era un pecado sentir algo por otro hombre y que debía confesarlo. Hasta la fecha lo he confesado tres veces y con diferentes resultados.
La primera vez fue hace como 7 años. Por esos días accedí a la petición de un niño de 15 años (yo tenía 19) que me propuso que fuéramos novios. Yo nunca había tenido uno y sin mucho pensarlo y nada más por sentir que era, dije que sí, sin saber las consecuencias de meterme con este ser que cumple la mejor definición de 'intenso'. Llamémoslo así, Intenso. Intenso viene al caso porque fuimos juntos a confesarnos una semana santa. Fui a una iglesia diferente a la actual, en donde era uno más de la larga fila. Estaba muy nervioso e incluso no recuerdo muy bien la escena pero le dije al padre: "padre, confieso que me gustan los hombres." El sacerdote me miró y me dijo: "no mijo, usted lo que está es confundido, usted no es así" y con eso me 'despachó.' Yo salí convencido, así no más de que estaba confundido, que era pasajero y que aprovechaba la semana santa para acabar con el tema. Intenso si le alegó al sacerdote y salió sin absolución. Yo simplemente le dije que yo no era así, que estaba confundido, que dejáramos ahí y que nos veíamos en pascuas... la verdad lo que hice fue aprovecharme de la situación para deshacerme de Intenso y en pascuas, justo en esa semana y con alguien diferente a Intenso fue que tuve mi primera y decepcionante experiencia con un hombre.
La segunda vez fue en la iglesia a la que voy pero con otro padre. Fue con él justamente porque tenía referencia de que el hombre era fresco para el asunto y confirmaba lo que yo ya estaba creyendo, que Dios me quería como fuera y a pesar de lo que fuera. De nuevo le dije: "Padre, confieso que me gustan lo hombres". No se si es que se sorprenden o les parece descarada la confesión pero de igual forma me preguntó si estaba seguro. Me pregunto muy serio si me gustaban los hombres o las mujeres y eso me hizo dudar y sentirme avergonzado. Terminé diciendo que no sabía. Entonces el hombre me dijo que no había nada que perdonar, que el compromiso que tenía era definir lo que realmente me gustaba y serlo totalmente, que si decidía ser homosexual que lo fuera a conciencia y que si era heterosexual actuara de igual forma. He ahí la mejor de las penitencias que he recibido y más en ese momento porque me obligaba a vencer mis miedos y asumir posiciones. Luego de un par de años creo que finalmente, como dice Homófilo, pude mirarme al espejo y aceptar quien era.
La tercera vez fue reciente y algo diferente, mi confesión no fue porque me gustaban los hombres si no por pecar contra el sexto mandamiento. A propósito, estoy casi seguro que cuando yo estaba pequeño ese mandamiento era 'no cometer adulterio' que para mi es muy distinto porque se limita a las relaciones fuera de una pareja, al contrario de 'no fornicar' que limita todo. Debido a mi concepción que dice que es tener sexo con personas fuera de una relación estable, terminé confesando que he tenido mis aventuras pasajeras y exactamente así, como sexo con otras personas fuera de una relación estable. No quise decir con otros hombres o mujeres, esperando a ver si eso influía en el resultado de la absolución. El sacerdote no puso mucho cuidado porque me imagino que todo el mundo confesará que de una u otra forma piensa en sexo. Pero como se acabó el tema me tocó forzarlo y decir que hablaba de sexo con otros hombres. Ahora si gané su atención. El hombre me preguntó si estaba seguro, que si era homosexual y yo le dije que si. Entonces me dijo que la posición de la iglesia se basaba en aquello de que Dios los hizo hombre y mujer pero que Dios me quería igual y que por eso la iglesia me aceptaba como homosexual siempre y cuando no tuviera sexo con otros hombres. Se imaginarán que le pregunté cómo podía ser esto si justamente lo que me hacía homosexual es que tengo sexo con otros hombres. El hombre no quiso discutir el tema se limito a darme la razón en mis argumentos para al final decirme que así es la posición y que si volvía a 'caer' pues que me vuelva a confesar. Para el siguiente fin de semana ya hubiera tenido que confesarme.
Como quedé con mis dudas con este asunto busqué algo en Internet y para darle un poco de seriedad a este post les voy a compartir un texto que expresa la posición de la iglesia frente al asunto y luego otros dos en contra. Debo decir que el primero aplica siempre y cuando uno crea que ser homosexual es pecado y presten atención a aquello de corromper a niños y jóvenes.
Sobre la posición de la iglesia católica:
"(...) Para eso fijémonos ante todo en cuál es la actitud de Cristo que debe ser nuestra suprema norma de conducta. Cómo pensaba y cómo actuaba Cristo? Podríamos resumirlo en dos palabras: Cristo odiaba el pecado y amaba al pecador. Nunca encontraremos en Cristo una justificación del pecado, el decir que el pecado no es pecado, que lo malo es bueno y aceptable, que no tiene importancia, que debe admitirse. Nunca encontraremos en El un estímulo al pecador para seguir en su pecado y para aceptarlo como bueno. A los pecadores obstinados que se identifican con el pecado, que se sienten bien en el pecado y no quieren salir de él, les habla con palabras muy duras; y a los que empujan a otros por el camino del pecado, especialmente si se trata de niños o jóvenes, les dice: «al que escandaliza a uno de estos pequeños que creen en Mí, más le valiera que le ataran al cuello una piedra bien grande y lo arrojaran al fondo del mar» (...)"
En contra de esa posición:
"(...) La Iglesia es muy chistosa. Puedo ser gay, pero no puedo acostarme con nadie porque es pecado. Es lo mismo que prescriben gastroenterólogos que indican que todas las enfermedades estomacales vienen de lo que comes. Y es cierto. Pero a nadie se le ocurre que la solución es dejar de comer. No tengo vocación de fakir. Pues eso es precisamente lo que la Iglesia hace con la homosexualidad. (...)"
Y de la misma fuente esta crítica a las lacras de la iglesia:
(...) Para la Iglesia todo lo que tiene que ver con el sexo es malo, sucio, que echa a perder las cosas buenas. Esta mentalidad está muy extendida, e impide que la sexualidad deje de ser pecado, una trampa tendida por el demonio, para convertirse en un medio de promoción de la persona, de íntima comunión interpersonal, un dialogo espiritual entre dos personas.
Una segunda lacra es que el sexo sólo debe ser para la procreación, si no, es pecado. Sin embargo el relato del Génesis (1-2) dan una visión más integral de la sexualidad, al contrario de la visión pagana de San Agustín y la doctrina estoica. Si la sexualidad fuera solo para la procreación sería animal.
Una tercera lacra es la culpabilización del placer. En la Iglesia se tiene miedo al placer como obstáculo para la santidad. En el libro de Tobías hay una oración de un recién casado que dice que toma a su mujer con rectas intenciones y no buscando el placer. Se ve al mundo como un valle de lágrimas donde se viene a sufrir y no a gozar. Pero hay que tener cuidado de no reducir el sexo a un simple instrumento para obtener placer a toda costa, lo que hace insignificante la sexualidad y caer en la patología y el absurdo.
La cuarta lacra es enjuiciar a una persona por las cosas que hace en la cama, cuando un ser humano es mucho más que eso. La sexualidad es sólo una de tantas realidades que cuentan mucho para hacerse la idea de maldad y bondad de alguien. (...)
Para terminar, debo decir que a pesar de haber confesado tres veces y haber aprendido de esas veces sigo yendo a misa a una iglesia. Es más, no es la misma iglesia, es en otro barrio pero con el mismo sacerdote que es sicólogo y cuyas reflexiones se centran en la cotidianidad y el sentido pragmático y no en las interpretaciones a la luz de los dogmas... es que eso de creer porque se lo manden a uno no es muy bueno que se diga. Puedo decir que me siento mejor ahora con lo que soy y que ya he pasado mucho de la etapa de aceptación y de la exploración sin compromisos para seguir a la de la búsqueda de afecto y relaciones y en medio de todo, estoy seguro que Dios me quiere.
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En esos momentos en los cuales me dedico a ver las últimas actualizaciones de los blogs - usando mi iGoogle-, para luego saltar por los vínculos de los demás, encontré un link de Akira que me llevó al blog de Homofilo y que realmente disfruté mucho por la forma de escribir y por lo que ha pasado. Les dejo un link a uno de sus posts, pero léanse los demás [Ir al post] y allí encontré una frase de Monchis de lo más bonita: "(...) eres simplemente un solitario que ha tratado de entender al mundo a través de sólo dos ojos y un corazón. (...)"
Andrés.
... Aún me hace pensar el hecho de que cuando he besado a una mujer que me gusta, se me ha parado...