El pasado fin de semana estuve en una finca en tierra caliente. La finca se ubica en una exclusiva parcelación privada a orillas del río Cauca llamada Cauca Viejo que busca simular un pueblo con típica arquitectura de la colonización antioqueña. Tiene parque e iglesia y está llena de grandes y coloridas casas de balcones con flores y techos altos. Como lo exige esta arquitectura, las casas tienen mucha madera y debido a su función de descanso y el clima, todas tienen piscina. En la que nos alojamos estaba dotada con todo lo necesario, decorada en exceso con antigüedades y hasta incluía una cuatrimoto para salir a dar un paseo como los vecinos cuando no lo hacían en sus caballos.
Llegamos en sábado después del mediodía un total de catorce personas en tres carros. Una Ford Explorer, un Mazda 6 y un Nissan Tiida. Como era de esperar todos íbamos bien vestidos. No se hacían ostentaciones innecesarias de marcas pero se sabía que los jeans de casi todos eran Diesel que algunas bermudas A&F, las camisetas Chevignon y Zara, los tenis Adidas, las zandalias Diesel o Havaianas (compradas en Río) y que las gafas más sencillas eran Ray-ban.
Los asistentes a la finca ofrecían un espectáculo variado y muy agradable. Todos tienen algo más de 24, la mayoría profesionales y todos trabajan. Eran bonitos y la mayoría tenían cuerpos trabajados en el gimnasio y a los pocos que no se les notaban tanto los músculos si se les notaba que se cuidaban. Había cinco parejas y cuatro solteros. Las parejas se integraban tímidamente al grupo pero entre ellos siempre estaban pendientes y mirándose. Se veía que se querían. Según me enteré los que menos tiempo llevaban juntos ya íban para los 7 meses y los que más ya cumplieron los 4 años.
Yo era el extraño y por eso no me pude integrar tan fácilmente como ellos lo hacían pero si disfrute de buenas conversaciones, caricias inocentes meciéndonos en la hamaca, aprendiendo nuevas vueltas de merengue, recibiendo un masaje en los pies al lado de la piscina mientras disfrutabamos del soleado día, riéndome hasta casi reventar con las improvisaciones de la más loca y elocuente de la finca. Hice parte de todos los que ayudaron en el asado y a hacer el desayuno y al final recibí la aprobación como persona agradable al grupo en próximos eventos.
Qué les digo… este fin de semana una de dos o las dos. O viví lo que se supone es un ideal de vida gay o viví parte de un cliché.
Llegamos en sábado después del mediodía un total de catorce personas en tres carros. Una Ford Explorer, un Mazda 6 y un Nissan Tiida. Como era de esperar todos íbamos bien vestidos. No se hacían ostentaciones innecesarias de marcas pero se sabía que los jeans de casi todos eran Diesel que algunas bermudas A&F, las camisetas Chevignon y Zara, los tenis Adidas, las zandalias Diesel o Havaianas (compradas en Río) y que las gafas más sencillas eran Ray-ban.
Los asistentes a la finca ofrecían un espectáculo variado y muy agradable. Todos tienen algo más de 24, la mayoría profesionales y todos trabajan. Eran bonitos y la mayoría tenían cuerpos trabajados en el gimnasio y a los pocos que no se les notaban tanto los músculos si se les notaba que se cuidaban. Había cinco parejas y cuatro solteros. Las parejas se integraban tímidamente al grupo pero entre ellos siempre estaban pendientes y mirándose. Se veía que se querían. Según me enteré los que menos tiempo llevaban juntos ya íban para los 7 meses y los que más ya cumplieron los 4 años.
Yo era el extraño y por eso no me pude integrar tan fácilmente como ellos lo hacían pero si disfrute de buenas conversaciones, caricias inocentes meciéndonos en la hamaca, aprendiendo nuevas vueltas de merengue, recibiendo un masaje en los pies al lado de la piscina mientras disfrutabamos del soleado día, riéndome hasta casi reventar con las improvisaciones de la más loca y elocuente de la finca. Hice parte de todos los que ayudaron en el asado y a hacer el desayuno y al final recibí la aprobación como persona agradable al grupo en próximos eventos.
Qué les digo… este fin de semana una de dos o las dos. O viví lo que se supone es un ideal de vida gay o viví parte de un cliché.
10 comentarios:
Bastante farandulero...
Ciertamente muy light este post.
Ahora, gracias por colgar tu premio, es un lindo detalle de tu parte.
Muy Fashionista el entorno... muy... para mi gusto.
Cliché. Recorde el circo de Milo...
Pero como siempre, historia bien contada, de la calidad de nuestro amigo Pues..
Saludos.
A eso si no invitás,condenado, con esta falta que me está haciendo el sol...
Hey, ¿cómo vamos para la marcha?, mira que ya estás dentro del inventario de nuestro entourage...
Un abrazote.
Demasiado vano, es típico que como gays seamos faranduleros, sólo que llega un momento en que se torna el ambiente empalagoso, muy buena redacción.
Si establecemos que una noche de rumba con música ensordecedora y un tropel locas ardidas de macho es el infierno; entonces podríamos deducir que un paseo fuera de la ciudad con invitados estrato seis es el cielo.
Eres tu quien te corresponde decidir en cual que los dos ambientes te sientes mejor.
Lo ideal es llegar a desenvolverse con propiedad en cualquiera.
Saludos,
Para mi suena perfecto... Quye envidia! jajajaja Saludos!
Suena bastante aburrido el plan... Yo lo lo hubiera hecho. Pero bueno, te valió de inspiración.
Abrazo!
suena que estuvo bueno el paseo ---> ;) me gusta tu blog
Hola como estas, pase a saludarte y a conocer tu blog y me he topado con esta historia en al que sientes que encajas y no encajas, me gusta el blog del neo blogger del año y me tome el atrevimiento de enlazarte desde Franja Rosa, me gustaria que me enlazaras tu tambien a mi.
Un gran abrazo.
Muy light el paseo, lo importante era como iban vestidos?
Que tipos tan vacios
Publicar un comentario