Señores, yo con ganas de hablar de cosas y ustedes se me adelantan. Ahí va otro tema antes tocado... mejor, manoseado y hasta morboseado pero que a mi también me ha pasado y por alguna razón... mucho. En esta oportunidad les traigo los clásicos contactos en el bus y en el metro.
Y es que es una sensación especial, emocionante, algo casi prohíbido...tocando a otro hombre en un medio de transporte. La gente alrededor, las paradas, las frenadas. Tratando de no ser obvio, sintiendo la tensión, el nerviosismo, sabiendo que durará hasta que uno de los dos se baje. He ahí mi gusto por estas experiencias.
La primera vez que estudie guitarra
Estaba en el colegio, tendría 15 años y recuerdo que iba a clases de guitarra los martes en la mañana. Iba en el bus, solo en la banca porque mi guitarra ocupada en resto del espacio y se sentó adelante un señor de más o menos 32 años.
A esta época no tengo claro aquello del gusto. Voy a llamarlo AzMet. Azmet no se sienta dándome la espalda si no que se sienta de medio lado, recostado contra la ventana en una actitud de ‘soy rebelde’ y me mira. Y me sigue mirando… yo me doy cuenta y creo que me sonrojo pero decido actuar. Lo miro y me sostiene la mirada, para mi eso es suficiente para saber que yo le gusto a Azmet. Sentado con la guitarra a mi lado y mirando a través de la ventana pongo mis manos sobre mis muslos y comienzo a jugar con mis dedos por encima. Azmet se da cuenta y me mira la cara y las manos. Siento que estoy temblando y tengo que hacer un esfuerzo por parecer tranquilo. Lo miro y él baja sus manos y mira su entrepierna. Yo no puedo ver nada debido al espaldar de la silla, así que me empiezo mover un poco hacia delante, puedo ver mejor, tiene unos shorts de jean –Señor, que mañé- y se agarra el paquete. Yo hago igual y deslizo mis manos sobre mi bragueta y me agarro. El tipo me mira cargado de morbo y me indica que mire de nuevo. Voy a ver otra vez, despacio y veo que se saco… no me sorprende su miembro si no los ‘yiyos’ Azul Metálico, Az-met. Se esta tapando con una agenda. Yo me doy cuenta que voy a llegar a mi casa. Azmet mira y yo veo como pide que le muestre el mío pero lo que hago es tomar mi guitarra y ponerla entre mis piernas de modo que el mango de mi guitarra asemeja un falo gigante y comienzo a sobarlo de arriba abajo, despacio y mirándolo a él. El tipo casi me habla pero es tarde, ya llegué. Me paro, toco el timbre, me bajo y no miro atrás mientras el bus se aleja y yo entro a mi casa temblando.
La primera vez que conocí el mar
Habíamos pasado un buen fin de semana en Necoclí. No había electricidad así que disfrutamos de un pueblo costero sin vallenatos a todo volumen y era la primera vez que iba al mar.De ida me había sentado con JonGar un amigo de mi infancia quien me había contado que era gay y a quien tuve oportunidad de morbosear por un corto momento en el largo viaje.
Regreso esta vez con JonQui, mi amigo de toda la vida pero que no es gay. Estoy en la silla del pasillo y subieron a varias personas que se bajarán en la siguiente parada. Se hace a mi lado un moreno con facciones indígenas, joven y con unos jeans apretados que dejan notar lo que guarda debajo. Estamos en la típica situación en la cual el que está de pie tiene su paquete a la altura del hombro de quien está sentado. Con los movimientos del bus el me roza y creo que es normal pero no, lo hace a propósito. Lo miro y me mira. Confirmado, es de la ‘natillera’ y ahora los dos sabemos que nos gusta lo que está pasando. Subo mi mano todo lo que puedo y disimuladamente lo toco. Él esta de pie sostenido con ambas manos de la barra. Estámos en esas cuando se sube alguien más que lo desbanca y queda más adelante pero todavía a mi alcance, así que si la montaña no roza a Mahona, Mahona busca la montaña. Me invento una estrategia. Saco una toalla grande, la pongo sobre el espaldar de la silla de adelante y me meto debajo. Para el observador desprevenido simplemente me molesta la luz y quiero dormir pero lo que hago es moverme hacia delante tapado con la toalla y tener ahora el paquete del hombre a centímetros de mi cara. Ahora siento libertad de mover mis dedos sobre la bragueta que esta muy apretada y hasta bajar un poco el cierre para permitir que uno de mis dedos entre a explorar. Pero ya es hora de bajarse. El bus se detiene y la gente se empieza a bajar. Puede ser que nadie comprenda porque el tipo me mira y me dice ‘gracias’ antes de bajarse.
La primera vez con un tipo casado
Me subí al bus he hice mi rápida selección de puesto. Casi en la última fila un tipo de más o menos 30, con camisa, corbata y peinado hacia a tras. Pudiera ser de un banco.
Me siento del lado de la ventana, él está al lado del pasillo. Comienzo a mirar hacia la ventana y a pensar en mil cosas. En una de las pausas en las que el bus sube o baja los cambios nuestras rodillas se chocan. No le presto atención pero vuelve a suceder. En estos casos siempre hago una pausa y pienso si en verdad es casualidad o estoy recibiendo mensajes. Me concentro y dejo mi rodilla cerca de modo que si él quiere, es fácil rozarla, de lo contrario no insistiré. Soy reactivo. Una vez más, este también es. Ahora voy yo, él se da cuenta. Muevo más la rodilla, la pongo al lado de la suya y me quedo quieto. Él mueve la suya y me la empuja. Tiene mi atención. El baja su mano sobre su pierna. Yo lo imito. Él lleva su mano sobre su rodilla y la deja ahí, esperando. Yo llevo mi mano a la mía. Estamos cerca, a centímetros. Pienso en quién va a dar el primer paso…debe ser él. Mueve su dedo meñique, llega hasta mi rodilla, cerca de los míos pero se queda ahí. Yo muevo mi dedo, toco el suyo y él empieza a rozarme a lo largo. Movemos las manos un poco más y con sus otros dedos me toca más. Juega con mis dedos y yo con los suyos. Miro de reojo y él no mira, mira a los demás, siempre vigilando el no ser descubierto. Ahí me doy cuenta de la argolla en su dedo anular. Él está casado pero al parecer no con quien debía. Ya llegué me debo bajar. Paso prácticamente sobre él para poder salir y no me lo esperaba, aprovecha para tocarme la nalga… conchudo.
Primera vez más allá.
Iba en el metro para mi casa. Sergio se montó en Industriales cuando no sabía que se llamaba Sergio y teniamos 4 estaciones para conocernos. Lo miré y lo reparé. Alto, delgado, monito, ojos claros. Lindo.
Poblado. Él se da cuenta y me mira y se queda mirándome. Si éste es. Aguacatala. El se mueve y se ubica frente a mí, lo tengo que mirar hacia arriba y lo hago a veces. Ayurá. Pienso que ya sigue mi estación y que como otras veces voy a dejar al tipo para que siga su camino. Envigado. Me paro y él no se mueve inmediatamente, me tiene acorralado por un segundo hasta que se mueve para bajarse. Veo su uniforme, trabaja en el Exito así que seguiremos juntos al menos por el puente hasta los buses. Camino a su lado y él al mío. Me mira. Lo miro. Me habla y es simpático. Le respondo y nos detenemos a la salida de la estación a hablar. Me da su teléfono y seguimos conversando algunos días hasta que me dice una vez que lo espere a la salida del trabajo. Vamos en metro, conversamos y nos bajamos en una de las estaciones del centro. Le digo que no quiero andar por ahí pero me insiste en que lo acompañe y lo hago. Entramos a un hotel. Estoy asustado y le digo que me voy a ir. Él insiste en que sólo se quiere bañar, descansar un rato y que luego nos vamos. Accedo. El se va a bañar mientras busco algo en la televisión. Hay porno gay. Creo que nunca había visto algo así. Sólo fotos. Me quedo viendo hasta que él sale, bañado, fresco y con la toalla alrededor de la cintura dejando notar que está excitado. Me besa. Respondo y accedo a acariciarnos y accedo a más. Siento curiosidad. Me duele, no me gusta. Me sigo acordando de él el resto de la semana.
Y por el momento dejo así.
Bueno señores, no hay mejor oportunidad de usar ese ‘gaydar’ que en un medio masivo de transporte. Así que los invito a que lo hagan, no saben lo que puede pasar y la mayoría de las veces simplemente no pasa nada.
Saludos.
Banda sonora:
Esperando el bus - No se sabe de quién es
Satisfaction - Benny Benassi
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A los aportantes...
Akira: Si, ya se que mucho número... se me salió lo ingeniero pero no creás que no lo pensé. Y gracias por el consejo. Si vieras que en estos momentos estoy altamente solicitado por mis 'arroces en bajo'.
Monchis: Ay Monchis como será de verdad que la mayoría de tesoros y joyas están perdidos, encerrados o más custodiados que hum! Y ojalá que en vez de un Alter Ego encuentre al menos un Walter Diego.
Milo: Agradezco bastante el buen comentario. La parte de qué tan perros son los 100 no la había pensado pero podés tener razón. Me imagino el escenario en el cual pueden haber 3478 manes peleándose esos 100. El 'acabose' porque competencia entre locas es a muerte.... y por el otro lado considere que a cada uno de esos 100 le tocarían 34 manes, pero conociéndonos... la mitad de esos se meten con los demás, así que cada uno de esos 100 podría 'perriar' con 50 manes sin más esfuerzo que el que demanda hacer una llamada o responder las que le hacen. Preocupante.